Efraín Alegre, presidente del PLRA.
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Alegre responde a imputaciones con plan para desestabilizar

ASUNCIÓN. Luego de haber perdido dos veces consecutivas la Presidencia de la República ante un candidato colorado, cualquiera se hubiera convertido en un cadáver político y ese debió haber sido el destino de Efraín Alegre, quien apenas se mantiene como presidente del PLRA y al que le benefició la pandemia ya que gracias a eso su mandato al frente del principal partido de la oposición continúa hasta el año próximo.

Puede no tener muchas luces ni la decencia para ejercer la actividad política, pero nadie puede negar que Alegre tiene la suficiente astucia para ser un pescador de río revuelto, así que a causa de la necesidad de supervivencia se convirtió en un gran desestabilizador, incitando siempre, recurriendo a artilugios oscuros y manipulando al sector juvenil del liberalismo, para seguir teniendo la atención de los medios que él cree que se merece.

Como no tiene escrúpulos, no hay ninguna barrera, ni legal ni ética que le detenga. Si bien sabe que no va a ganar ninguna de las batallas que inicia, le basta con el ruido que genera, pretendiendo así que la gente no lo olvide.

En marzo del 2017 fue el principal instigador de todos los hechos de esa noche nefasta, en donde utilizó la excusa de la enmienda constitucional para manipular a algunos sectores ciudadanos y consiguió que se quemara el Congreso y terminara todo con el asesinato de un joven de su partido, Rodrigo Quintana.

Hoy, pretende hacer lo mismo. Cada vez parece más evidente que por orden de Alegre se alteró la escena del crimen de Quintana, y se crearon pruebas falsas, ocultando las auténticas, para imputar a quien él quiso que fuera imputado por el hecho. Ahora que las verdaderas pruebas salieron a la luz, y que lo señalan directamente como el responsable de las irregularidades, pretende convocar nuevamente a la ciudadanía a revelarse contra el gobierno porque la Fiscalía imputó a los jóvenes que obedecieron sus órdenes.

Claro que para eso cuenta con la complicidad eterna de partidos de la oposición que piensan que colgados a su saco evitarán su extinción. Seguramente la cosa no pasará a mayores, salvo que el hastío de la ciudadanía por la grave crisis sanitaria y las denuncias de corrupción en tiempo de pandemia sean caldo de cultivo para prenderse a su convocatoria.

Esperemos que en su lamentable currículum, Alegre no tenga que agregar alguna nueva tragedia. El país no se lo merece.

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